jueves, 10 de julio de 2025

Los escritos de San Francisco Javier (Félix Zubillaga)

  







1. El maestro de París 

 Francisco de Jassu y Javier nació en 1506, en el castillo de Javier (Navarra). Llamábanse sus padres el doctor Juan de Jassu, señor de las posesiones de Javier e Idocin, y doña María de Azpilcueta. Era el quinto vastago de la noble familia; Desde 1525 lo encontramos estudiando en la universidad de París, donde en 1530 obtiene, juntamente con su amigo Pe dro Fabro, el grado de maestro. Tres años después entra en la intimidad de Ignacio de Loyola y experimenta muy pronto pro funda transformación. El 15 de agosto de 1534 señala para el navarro el ápice de una crisis interna y sustancial y el comienzo de nueva época: él, con Ignacio de Loyola y cinco compañeros más: el saboyano Pedro Fabro, el portugués Simón Rodrigues y los españoles Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Ni colás Bobadilla, en la capilla del Monte de los Mártires (Mont martre), de París, hacen votos de pobreza, castidad y de ir pe regrinando a Tierra Santa. El grupo de los destacados jóvenes continúa en París, unidos entre sí más íntimamente que nunca. A fines de marzo de 1535, Ignacio, por motivos de salud, tiene que volver a España, y Javier le da una carta de recomendación para su hermano Juan de Azpilcueta, defendiéndolo de las calumnias que se habían esparcido contra el antiguo soldado de Pamplona. A principios de 1537, los universitarios de París, a quienes se habían añadido tres más, Jayo, Godure y Broé't, se reúnen en Venecia, acompañados de Ignacio, y todos ellos recibieron la unción sacerdotal. Los años de 1537 y 1538, por la guerra que el turco declaró a Venecia, hubieron de suspenderse los viajes marítimos de peregrinos a Jerusalén. Los compañeros de Ignacio, impo sibilitados de cumplir la promesa hecha de peregrinar a Tierra Santa, se dirigen, en 1538, a la Ciudad Eterna para presentarse al papa, en noviembre de aquel mismo año. Este, al comienzo de la cuaresma de 1539, designó dos de los graduados en París a Siena y otros dos los señalaría más tarde. Ante la perspectiva de una obligada separación y dispersión, Ignacio convoca a sus asociados para deliberar, desde marzo a junio de aquel mismo año, sobre los métodos de vida que habían de emprender. Ya en la primera sesión consultiva se deciden por la funda ción de la Compañía, y transcurrido el primer mes, convienen en que han de elegir superior a quien someterse. El otoño del mismo año de las deliberaciones, el nuevo superior Ignacio redacta un sumario para el Instituto u orden que se había de fundar, y el 3 de septiembre lo aprueba de palabra Paulo III. Hasta ahora, el campo de apostolado de la incipiente agru pación había sido Italia; pero en la primavera de 1540 a Codure y Salmerón los señalan para Irlanda, y a Rodrigues y Bobadilla, para la India. Antes del forzado apartamiento, el 4 de marzo de 1540, víspera de la partida de Rodrigues, los co legas residentes entonces en Roma firman una Declaración, dejando al juicio y parecer de sus demás compañeros que se encontraban en Italia y se podían convocar cómodamente, la de terminación de cuanto pertenecía a las Constituciones de la Compañía de Jesús o a la misma Orden. Y así Javier, nombrado de improviso sustituto de Bobadilla para la misión de la India, sin que todavía se hubiese redactado la bula de aprobación de la Compañía de Jesús, el 15 de marzo, antes de abandonar la capital del cristianismo, extiende el documento prometiendo obediencia a las constituciones y reglas que se ha bían de escribir, hace sus votos en manos del futuro prepósito general y da su voto para la elección de él. En seguida emprende viaje, primero a Bolonia y después a Portugal, donde encuentra a Rodrigues y de donde envía varias cartas a Ignacio y a sus compañeros de Roma contándoles sus activida des y ministerios en la capital portuguesa, y dos a Coímbra, al doctor Martín de Azpilcueta, pariente suyo, que deseaba hablarle. 

 2. Legado de la India 

 Finalmente, el 7 de abril de 1541, Javier va a iniciar su viaje a la India. En la despedida con Juan III, rey de Portugal, le entrega éste cuatro breves pontificios, en que se le nombra nun cio de la India Oriental y se le recomienda al rey de Etiopía y a otros príncipes orientales. Rodrigues, designado con Javier para ultramar, por voluntad del rey lusitano tiene que quedarse en Lisboa, y lo sustituyen como compañeros del apóstol micer Pablo, sacerdote seglar, y Mansilhas, alumno de la universidad de París. Zarpa la flota del puerto ulisiponense con los tres misio neros; llega a Mozambique a fines de agosto y tiene que in vernar allí. El apóstol aprovecha la obligada detención para dedicarse a los ministerios en bien de los prójimos y escribe a sus colegas romanos sobre la travesía marítima. Deja allí a sus dos compañeros para el cuidado de los enfermos, y en febrero de 1542 continúa el viaje marítimo con Martín Alfonso de Sousa, nombrado gobernador de la India, y anclan en el puerto de Goa el 6 de mayo. Javier corre a saludar al señor obispo y presentarle sus órdenes. Era aquella la época de las lluvias, y el celoso misionero tiene que permanecer cuarro meses en Goa. Traza inmediatamente su plan de trabajo: ins truir a portugueses e indígenas, desde los niños hasta los más gran des, y para facilitar la enseñanza religiosa, adapta a la capacidad de sus oyentes el catecismo escrito por Juan de Barros. Javier tiene que cumplir ante todo una obligación urgente, pues Juan III había pedido misioneros al papa, sobre todo para los veinte mil paravas que, bautizados en los años 1535 a 1537, habían quedado abandonados sin ninguna instrucción religiosa y se dedicaban a la pesca de margaritas en el cabo de Comorín, sur de la India. A fines de septiembre, el mar se hacía ya na vegable y el misionero navarro quiere visitar cuanto antes a los pescadores convertidos. Antes de dejar Goa, el 20 de septiem bre de 1542, remite tres cartas a Roma, contando su jornada por mar a la India y los ministerios goanos; pide tam bién gracias espirituales para la misión y, principalmente, para el colegio goano de San Pablo, de próxima fundación, donde habían de formarse los futuros sacerdotes indígenas. En otro documento escrito concede a Agustín de Salas, sacerdote de Goa, permiso para rezar por el breviario nuevo, y a fines de septiembre, con tres alumnos del colegio de San Pablo, como intérpretes, sale de aquella ciudad. Un mes después, fines de octubre, redactaba una carta a Ignacio, con el anuncio jubiloso de su feliz llegada a Tuticorín, capital de los paravas. 

 3. Superior de la India Oriental 

 Después de misionar un año en la Pesquería, en octubre de 1543, vuelve Javier a Goa, adonde habían llegado ya sus compa ñeros micer Pablo y Mansilhas, retrasados en Mozambique. Allí recibe las primeras cartas de Roma y Portugal (Paulo III había aprobado ya la Compañía con bula de 27 de septiembre de 1540) y se informa por ellas que Ignacio, el 19 de abril de 1541, había sido elegido general, y que el 22 de abril sus compañeros habían hecho los votos solemnes en sus manos. Desde aquel momento, reconocida ya la Compañía canónicamente, podía Javier, superior de la India Oriental y subdito del mismo Ignacio, ejercer su jurisdicción desde el cabo de Buena Esperanza hasta la China. El discípulo de Ignacio hace sus votos en manos del señor obispo goano, y el 15 de enero de 1544 firma en Cochín una carta larga para Roma, contándoles sus actividades e impresiones de la Pes quería y remite con ella la fórmula de sus votos. De Cochín pasa de nuevo a la Pesquería con su ayudante Mansilhas, y ambos, establecidos en aquellos apartados parajes, entre los azares y sufrimientos de la guerra de 1544, ayudan a los paravas, diseminados en muchas aldeas. En la guerra que declaran posteriormente el rey de Quilón y el de Travancor al de Tuticorín, las dos partes contendientes buscan ansiosamente ¡a ayuda portuguesa. Con la oportuna intervención del activo misionero, la obtienen los dos monarcas aliados, quie nes, en agradecimiento al eficaz influjo, le permiten bautizar a los macuas pescadores residentes en sus dominios. La ceremonia se efectúa los meses de noviembre y diciembre de 1544, y fue ron 10.000 los regenerados con el agua lustral. Llega a oídos del apóstol, afanosamente ocupado en recolec tar la abundante mies del reino de Travancor, que el rey de Jaffna había hecho matar en la isla Mannar a los neófitos cris tianos, y que el hermano del tirano, rey legítimo, huido a la Pesquería, prometía hacer cristiana a Jaffna si lo restituían a su reino. Para aprovechar circunstancia tan favorable, Javier se traslada a Cochín y pide a Mansilhas que termine en Tra vancor la emprendida obra. Sigue inmediatamente a Goa y urge al gobernador prepare una expedición para castigar al usurpador de Jaffna. Vuelto a Cochín en enero de 1545, se entrevista con Miguel Vaz, vicario general, que dentro de poco va a emprender viaje a Portugal, y le encarga obtenga del rey órdenes eficaces en favor de la misión de la India. Habla también allí con el príncipe cristiano de Ceylán, que pide ayuda al gobernador contra el rey budista de Cota, y se entera por Antonio de Paiva, portugués, que dos reyes de Macassar (Célebes) se han bautizado; magnífico preludio para la conversión de aquellas regiones. Recoge en cuatro cartas todas estas impre siones, y las entrega al vicario general; una de ellas era para el rey y otra para el padre Rodrigues, recomendándoles al mismo Mi guel Vaz (doc.46 49); la tercera para Ignacio, recordándole las gra cias espirituales pedidas en 1542 e insistiéndole enviase misio neros a Oriente (doc.47); la cuarta, también para el fundador, comentándole ampliamente las esperanzas de abundante mies que aparecían en la India. La proyectada expedición de Jaffna había de iniciarse ter minada la pesca de margaritas, que solía hacerse durante el mes de marzo. Pero en abril de 1545 Javier, desde Negatapán, es cribe a Mansilhas, ordenado ya de sacerdote, que la excursión punitiva se iba retardando y que su próxima navegación pro bable sería, no a Jaffna, sino a Macassar. Pasa el tiempo y nada se habla de los anunciados planes contra el rey usurpador de Jaffna. Javier, bastante decepcionado, se dirige a Meliapur, a venerar el sepulcro del apóstol Santo To más, y desde allí anuncia a sus amigos de Goa, en carta de 8 de mayo, que vista ya muy claramente la voluntad divina, en agosto irá a Macassar. Contra toda previ  tiene que detenerse tres meses en Malaca, y cartas traídas de Goa le anuncian el nombramiento de Juan de Castro como nuevo gobernador de la India y la llegada de Europa de tres jesuítas: Criminali, Lancillotto y Beira. El 10 de noviembre se ñala campos de apostolado a los recién llegados: Lancillotto re sidiría en el colegio de San Pablo, y los otros dos pasarían a la Pesquería a trabajar con Mansilhas. En esta misma oca sión parece envió a Goa la Instrucción para los catequistas de la Compañía de Jesús. En carta de 16 de diciembre a sus inmediatos colaboradores de Goa repite las órdenes anteriormen te dadas y les avisa, en vista de las malas noticias que le llegan, su próxima ida, no a Macassar, sino a las Molucas, para ver las esperanzas de fruto allí existentes. El primero de enero de 1546 la nave que conduce a Javier zarpa de Malaca y a mediados de febrero hace su entrada en el puerto de Amboina. Encuentra allí siete aldeas de cristianos que habían estado desprovistas durante mucho tiempo de sacerdote y, por consiguiente, de instrucción. Mientras el infatigable misio nero se afana en el cuidado de los abandonados cristianos y re corre las islas circunvecinas, ancla en el puerto de Amboina la flota portuguesa de ocho naves con los sobrevivientes de la ma lograda expedición española de Rodrigo López de Villalobos. Javier se desvive por atenderlos y aliviarlos. Cuando a mediados de mayo levan anclas las naves, el apóstol da tres cartas a los expedicionarios: contaba en una de ellas a sus compañeros de Europa sus impresiones sobre aquellas islas, las esperanzas que encontraba de conversiones y sus planes de visitar a los cris tianos abandonados de las islas del Moro. Con la se gunda, dirigida a sus colegas de la India, mandaba a los padres Mansilhas y Beira pasar a las Molucas . En la tercera pedía a Juan III el establecimiento de la Inquisición en la India Oriental y le recomendaba a los dos capitanes de nave Lionel de Lima y Manuel de Misquitta. En los últimos días de junio Javier prosigue para Témate, capital de las Molucas, donde los portugueses habían erigido una fortaleza. Los conquistadores allí residentes (costumbre genera lizada también en otras partes) habían contraído matrimonio con mujeres indígenas. El celoso misionero, para la instrucción prin cipalmente de las mujeres, niños y criados, redacta allí una exten sa explicación de los artículos de la fe. Fueron tres me ses de ininterrumpida catequesis. El navegante perpetuo no descansa. Toma la ruta de Ternate para atender durante otros tres meses a los abandonados cristia nos de las islas del Moro. Sube a la nave que ha de llevarlo a aquella región y a mediados de abril de 1547 continúa a Amboina para llegar a Malaca en los primeros días de julio. Queda allí hasta el mes de septiembre. Cartas de Europa le anuncian que Ignacio ha hecho de Portugal y sus posesiones una provincia a las órdenes del padre Rodrigues. Mientras Javier navegaba por las islas del Moro, habían venido de Portugal nueve más de la Compañía. A tres de ellos, Beira, Ribeiro y Nuno Nunes, los saluda en Malaca y los envía en seguida a las Molucas. Nuevas perspectivas agrandan el horizonte misional de Javier. Allí mismo en Malaca se entrevista el misionero con el capitán de nave Jorge Alvares, que le presenta tres habitantes de una tierra descubierta hacía muy poco, llamada Japón, y le cuenta las halagüeñas esperanzas de conversiones en aquellas regiones. El 13 de enero de 1548 Javier, después de un bienio, vuelve a Cochín. 

 4. Superior de la misión

 El 20 y 22 de enero de 1548 las últimas naves que quedaban ancladas en Cochín se hacen a la mar. A ellas confía el misionero cinco cartas; una, muy larga, para sus compañeros de Europa, sobre su viaje a las Molucas y sus planes de fundar misión en Ja pón; la segunda para Ignacio, renovándole la demanda de las gracias anteriormente pedidas y de misioneros (doc.60); la tercera para el rey, invocando su protección eficaz en pro de Art.l. Los escritos de Javier 9 la misión, pues el señor obispo y los franciscanos le ha bían presentado bastantes quejas; la cuarta igualmente para Juan III recomendándole amigos y conocidos; y la últi ma dirigida a su confidente Rodrigues, para que le obtenga del rey las cosas necesarias a la misión. De Cochín continúa a la Pesquería, de donde convoca a Ma napar a sus nuevos compañeros (a Mansilhas lo ha despedido ya de la Compañía por desobediente), Criminali, Moráis el joven, Cipriano y Enrique Henriques. Al despedirse de ellos les deja la Instrucción para sus trabajos apostólicos de la Pesquería y Travancor. A principios de marzo entra en Goa, saluda además a micer Pablo, a dos nuevos compañeros, Lancillotto y el padre Pérez, y admite en la Compañía a cuatro candidatos: Oliveira, Castro, Gaspar Rodrigues y Cosme de Torres, sacerdote español, a quien había conocido en Amboina. Los tres japoneses que saludara en Malaca estaban ahora en el colegio de San Pablo. Pasados apenas nueve días, monta Javier en la nao que le conduce a Basséin, pues quiere entrevistarse allí con el goberna dor Juan de Castro, para hablarle sobre la misión de las Molucas y proponerle el plan que tiene de fundar una estación en Malaca. De allí se trasladaría inmediatamente a Cochín, al menos así lo pensaba él, para verse con su amigo Diego Pereira, mercader muy rico, y resolver algo en concreto sobre la fundación de la misión japonesa; continuaría después para la Pesquería. La enfermedad gravísima del gobernador, con quien venía a hablar, cambia sus pro yectos y forzosamente tiene que esperar en Goa. Envía desde allí a Malaca al padre Pérez y a Oliveira dándoles una carta para Pereira. En Goa también, según todos los indicios y por esta época, compone el infatigable apóstol el Modo de rezar y salvar el alma y la Oración por la conversión de los infieles. Moría el gobernador el 16 de junio de 1548, estando presente Javier. Nuestro misionero continúa su ritmo acelerado. Espera en Goa las naves portuguesas, de las que desembarcan cuatro de la Compañía, provenientes de Europa: Barzeo (Barze, Berse), Mel chor Gonsalves, Juan Fernández y Gago; los saluda, cambia im presiones y parte en seguida para la Pesquería. Llegado allá a principios de octubre, reúne a los misioneros, a quienes se les habían añadido tres más: Francisco Henriques, Baltasar Nunes y Adán Francisco. A uno de éstos, Henriques, detenido entonces en Travancor, le escribe consolándolo. Al poco tiempo está de nuevo en Cochín, donde conferencia con el vicario Introducción general 10 general Fernandes de Sardinha, con el custodio de los francisca nos de la India y con el superior de la misión franciscana de Ceylán, todos los cuales habían asistido a la muerte del goberna don Juan de Castro, y con todos ellos redacta el documento al rey, recomendando a varias personas que el moribundo les había indicado. Hacia mediados de noviembre se encuentra en Goa y abraza allí a los cinco compañeros recién venidos de Europa. Entre ellos está el padre Antonio Gomes, designado por Rodrigues, no con demasiado acierto, rector del colegio de San Pablo, pues al nom brado faltaban, además de otros recursos (los hechos lo demostra rían muy pronto), conocimiento del ambiente de la India, humildad y caridad. Movido por estas razones, determina Javier en viarlo a Ormuz o a Díu y hacer en su lugar rector a Barzeo, para que éste, durante su ausencia en el Japón, fuese vicesuperior de la India. El decidido misionero, después de maduro examen, había to mado la resolución de fundar la misión de Japón con los tres originarios de allí, bautizados en Goa, y erigir además en la In dia otras tres estaciones: en Quilón con Lancillotto, en Basséin con Melchor Gonsalves y en la isla Socotora con Cipriano. Cuando en enero de 1549 expide sus cartas para Europa, puede llamarse ya con todo derecho superior de la misión, pues sus subditos pasan de treinta. Llega a Cochín en ocasión tan propicia que las cartas dirigidas a Ignacio y Rodrigues puede mandarlas por tres vías. Al primero le ruega envíe un rector que sustituya al padre Gomes, le notifica la fundación de los nuevos puestos misionales y su próximo viaje a Japón. Las cartas a Rodrigues eran análogas. Dirigía, además, a éste dos cartas comen daticias. Entrega también al vicario general, que vuelve a Portugal, un memorial de las necesidades de la misión y escribe a Juan III recomendándole sincera mente a Juan de Villa de Conde, superior de la misión de Ceylán, y a Santiago Mar Abuna, obispo avejentado, prelado meritísi mo y tan apreciado por los cristianos de Santo Tomé. Otra vez en Goa, tiene que resignarse a dejar por rector a Gomes, y a Barzeo, dándole una amplia instrucción, lo destina a Ormuz ; entrega otra instrucción a micer Pablo, enco mendándole vivamente el cuidado de los de la Compañía y la concordia con Antonio Gomes, cuya jurisdicción la había limitado notablemente. El 15 de abril, acompañado de Cosme de Torres, Juan Fer nández y los tres japoneses, inicia el viaje hacia Japón. Desde Malaca señala tres misioneros para las Molucas, Castro, Moráis el joven y Francisco Gonsalves, y les confía una carta para Beira. Expide un montón de cartas: dos para el rey sobre los méritos del capitán de Goa, don Pedro da Silva y Eduardo Barreto; una para Rodrigues, insistiendo en la necesidad de nuevo rector para el colegio de San Pablo; otra a todos sus compañeros de Europa sobre su viaje japonés y sus ulteriores planes; dos a sus colegas de Goa, una larga, determinan do nuevamente con claridad la jurisdicción de Gomes y micer Pablo y dando las últimas órdenes; una breve sobre el proyectado matrimonio de su amigo Carvalho. Deja ade más una instrucción para Bravo, novicio, admitido por él en la Compañía en Malaca. Ultimadas ya las necesarias diligencias, el 24 de junio de aquel mismo año 1549 la nave de los expedicionarios japoneses zarpa de Malaca y el 15 de agosto llega felizmente a Kagoshima, ciudad al sur de Japón. Cuando en los primeros días de noviem bre la nao dejaba aquel puerto, Javier podía enviar en ella algunos escritos: una relación detallada del viaje y de las primeras cosas ob servadas en la tierra nueva, breves líneas para llamar a Barzeo, Gago y Domingo Carvalho al Japón, sendas cartas a micer Pablo y Antonio Gomes, y otra a don.Pedro da Silva agradeciéndole la ayuda que le había proporcionado y animándole al establecimiento de un emporio portugués en la ciudad de Sakai, puerto antes el más principal de Japón . Javier permanece en el Japón misionando más de un bienio y durante este tiempo funda iglesias en Kagoshima, Hirado y Ya maguchi; anuncia la fe al príncipe de Bungo e intenta en vano entrevistarse con el rey en Miyako (Meaco). El viaje de regreso lo comienza en Bungo a mediados de no viembre de 1551. Comunica al padre Pérez desde Singapur su vuel ta y le pide que le obtenga pasaje en alguna nave para continuar la travesía a la India 

 5. Provincial de la India Oriental 

 Los tres días que permanece en Malaca recibe cartas de Europa y la India, y entre ellas una de Ignacio nombrándolo su perior de la nueva provincia de la India. Los territorios comprendidos bajo su jurisdicción eran los situados al es te del cabo de Buena Esperanza, exceptuada Etiopía. El 24 de enero de 1552, investido del nuevo cargo, llega de Cochín, de donde faltaba hacía ya dos años y medio. Las naves que poco  después izaron las velas para orientarse hacia Portugal, llevaban algunas cartas suyas: una para sus colegas de Europa, refiriéndoles sus actividades e impresiones del Japón; otra para su amado padre Ignacio, concretándole las virtudes de los misione ros que se habían de enviar al Japón y sobre su firme resolución de navegar aquel mismo año a China; la tercera para Rodrigues y la última para el rey, recomendándole mu chos personajes beneméritos .  El 12 de abril nombra un procurador seglar que asegure el cobro de las rentas concedidas por el rey al colegio de San Pablo; manda a Barzeo que, salidas las naves para Portugal, despida de la Compañía a Antonio Gomes y redacta para el mismo Barzeo cinco instrucciones que lo ayuden a cumplir fielmente las obligaciones de su cargo. Javier tiene que velar ya especialmente sobre la India, que, después de los desaciertos de Antonio Gomes, necesita mano fuerte. Comienza a actuar inmediatamente y con decisión Como primera diligencia, el 4 de febrero envía a Moráis el joven y Francisco Gonsalves a Goa con una carta para micer Pablo y en ella la orden de despedirlos de la Compañía por haber abandonado a Beira, desobedeciendo. A mediados de febrero se halla en Goa y los dos meses siguientes se consagra a preparar la ex pedición a China, pues quiere conquistar aquellas regiones para Cristo y espera poder entrar en aquella tierra cerrada como com pañero de su amigo Diego Pereira, a quien, por medio del virrey de la India, piensan enviarlo como delegado a la corte de Pekín. Antes de efectuar la problemática excursión, tiene que reor ganizar y aumentar la provincia confiada a sus cuidados. A fines de febrero señala a Melchor Nunes Barreto superior de Basséin y le da apropiadas instrucciones. A Gonzalo Ro drigues, sucesor de Barzeo en Ormuz, y a Cipriano, destinado no a Socotora, como lo deseara, sino a Meliapur, los reprende seve ramente por el escándalo que dieron al clero secular. A Andrés de Carvalho lo remite con una carta a Europa. Aplica también remedios enérgicos en el gobierno de la provincia. A Antonio Gomes, por desobediente e incorregible, lo destierra a la lejana fortaleza de Díu, y pone en su puesto de rector a Barzeo, quien, además, en la ausencia de Javier, sería viceprovincial, y en caso de muerte le sucederían Moráis el mayor y Melchor Nunes Barreto. Hubo también que proveer a la incipiente misión de Japón. Manda a Andrés Fernández que, acompañado de los japoneses Mateo y Bernardo, traídos de su tierra por Javier en el viaje de vuelta, navegue a Europa a principios de 1553, para informar a Rodrigues e Ignacio sobre las necesidades de la misión; escribe al fundador comunicándole lo rea lizado en la organización de la misión y al rey informándolo de su proyectado viaje a China. Para asegurar las bases económicas de la provincia ultramarina, el Atendidas así oportunamente las necesidades de la India, el 17 de abril de 1552, Javier, llevando consigo a cuatro de la Compañía, Gago, Alcásova, Ferreira y Eduardo da Silva, al chino Antonio y tres japoneses, comienza en Goa su viaje a China. Aprovecha la escala de la nao en Cochín para comunicar por carta a Barzeo las necesidades de las misiones de Cochín, Quilón y Pes quería  y deja una instrucción para Heredia, superior de Cochín . A fines de mayo entra la nave de los ex pedicionarios en el puerto de Malaca, donde Pedro da Silva, amigo de Javier, era el capitán de la ciudad, y su hermano Al varo de Ataíde, prefecto del mar, debía sucederle muy pronto en el cargo. Javier, el 6 de junio, envía desde aquel puerto al Japón a tres de sus compañeros, Gago, Alcásova y Silva, y siete días después llega a aquella ciudad Diego Pereira con las mercaderías y preciosos regalos comprados para el emperador de China. Ya los expedicionarios, acompañados por Pereira, deliberaban en reanudar el viaje a aquella costa, cuando inopinadamente Alvaro de Ataíde, capitán de mar, prohibe a Pereira navegar a China. Desagradable contratiempo para el misionero, que ve perdida la esperanza de introducirse en aquel imperio por él tan soñado, protegido por la delegación enviada al rey chino. Hace lo impo sible para quebrantar la terquedad de Alvaro, pero todo en vano. Redacta entonces un libelo suplicatorio para el vicario malacense, rogándole haga saber a Ataíde, en nombre del obispo, que, en virtud de la bula papal concedida a Javier como legado pontificio, quedaba excomulgado, si, oponiéndose al envío de la legación a China, estorbaba también la ida del nuncio a aquella región. Ataíde sigue imperturbable. Permite a Javier navegar a China en la nave de Pereira y, simultáneamente, manda a éste permanecer en Malaca. El misionero se siente herido en lo más vivo, pero no ceja. ¿Cómo va a renunciar a establecer la Iglesia en aquel imperio para él tan atrayente y adonde lo llama la voluntad divina? Malaca se le hace ya enfadosa. Para evitar las molestias de los partidarios de Alvaro y los saludos de los amigos de Pereira, conducidos por él a la ruina (así lo creía el apóstol), se refugia en la nave, como se lo refiere él mismo a Pereira en carta de 25 de junio. Desde aquel encierro dirige también Introducción general 14 dos cartas a Barzeo, pidiéndole arregle el matrimonio de su amigo Alfonso Gentil y restituya a don Pedro da Silva la can tidad de cruzados que a él le había prestado. Finalmente, a mediados de julio, la nave de Pereira, Santa Cruz, con el capitán nombrado por Alvaro, iza las velas para lanzarse a alta mar. Desde el estrecho de Singapur, antes de pro seguir el viaje, Javier redacta cinco cartas. En la primera cuenta a Barzeo que, impedida por Ataíde la legación a China, se ve obligado a penetrar en aquel imperio por otra vía; por tal motivo tiene que obtener del obispo mande al vicario de Malaca intimar públicamente la excomunión de Ataíde . A Beira, a quien lo ha visto en Malaca, le ordena en otro escrito volver in mediatamente de Goa a las Molucas. Una recomendación a Barzeo del japonés Juan, que volvía a Goa para servir de in térprete a los misioneros que en 1553 irían a Japón, era el con tenido de la tercera carta. Entrega también a Juan otro escrito para Barzeo, en que lo recomienda al mismo Barzeo y a los padres Pérez y Heredia. En otra carta se despide de Diego Pereira. Hacia fines de agosto llegan los expedicionarios a la isla de Sanchón, cercana a Cantón, emporio de los portugueses, de donde Javier quiere penetrar en China ocultamente, y un chino, a cambio de una cantidad notable de pimienta, se ha comprometido, bur lando la ley existente, a ponerlo en Cantón de noche. El misionero espera ansioso el resultado de sus gestiones. Entretanto, hacia fines de octubre, zarpa una nao para Malaca, y Javier aprovecha la coyuntura para enviar cuatro cartas: dos para el padre Pérez con el mandato de trasladarse con Oliveira de Malaca a Cochín, pues siendo capitán malacense Alvaro de Ataíde, no había allí esperanza alguna de fruto; le cuenta también su travesía a San chón y sus ocupaciones en la isla. Remite otro escrito similar a Pereira y un cuarto a Barzeo, anunciándole la supresión de la residencia de Malaca . A mediados de no viembre parte de la solitaria isla otra nave para Malaca, en la que navegan Manuel de Chaves, evadido de las cárceles de Cantón, y Ferreira, a quien Javier ha despedido de la Compañía por no querer éste acompañarlo a China. El apóstol entrega a Manuel cuatro cartas: dos para el padre Pérez, ordenándole dejar Malaca y avisándole la dimisión de Ferreira; la tercera para Pereira, manifestándole la esperanza de que el próximo año se verían en China o en el cielo. En la última, dirigida a los padres Barzeo y Pérez, abriga esperanzas de ingresar en el im perio de sus ensueños. Fueron los últimos escritos del infatigable misionero. El 3 de diciembre de 1552 Dios lo llamaba de la remota y solitaria isla al descanso eterno.





Ilustración: Tony Fomison

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